DJ Nico: El padrino cumbiero de La Phoenikera

A Nico no le interesa que la gente sepa quién es o qué hace; no quiere fama, que lo reconozcan en la calle o que lo adulen. No le interesan los perks de ser DJ/promotor en La Phoenikera. No quiere elogios, piropos, ni aplausos. Es más, ni le importa hacer lana… Nico sólo quiere cumbia.

La primera vez que fui a una fiesta organizada por este ilustre personaje Phoenikero, fue en un depósito de la Grand Ave. hace algunos lustros. El ambiente estaba oscuro, olía a una mezcla de pintura, cheve y humos cannabinoides. Unos gringuitos que seguramente se colaron a la fiesta, se movían entusiastas al compás de una rola de electropop latino que solo ellos prestaban atención. El resto pisteaba y andaba en lo suyo. No había tornamesa, solo un monitor y un CPU desde donde Nico emitía sus rolas predilectas.

Jorge Ignacio (Ponediscos) y DJ Nico rompiéndola en Propaganda en el 2006. Foto: Nico Paredes.

Es probable que esa noche todos hayamos zigzageado desde el Bikinacho (Bikini Lounge) a este espacio donde phoenikerxs con intereses similares se juntaban a jaranear con música que no tocaban en ningún otro lado de La Phoenikera.

En un punto de la madrugada cuando todo estaba medianamente chill, Nico fue de un extremo a otro y comenzaron las cumbias. Needless to say, como generalmente pasa cuando Nico toca, la gente fue poseída por una incontrolable necesidad de bailar, los gringuitos no sabían qué pedo, pero igual bailaron. Fue una buena noche, y otras muy buenas transcurrieron en ese lugar, al menos por unos cuantos meses.

Esto fue hace como una década, cuando Nico y dos amigos (Jorge Ignacio Torres e Isela “Chela”Meraz) abrieron Propaganda, una galería dedicada a exponer artistas Phoenikerxs que no tenían cabida en otras galerías tradicionales de La Phoenikera y para tirar paris legendarios.

El frontis de Propaganda en Grand Ave. Foto: Nico Paredes.

Nico es sinaloita, de Mazatlán para ser precisos. Creciendo en La Perla del Pacífico escuchaba de todo, pero su onda era más roquera, su diversión era tirar pari, hacer deporte, pero sobre todo kickearla con los cuates (no los de Sinaloa, me refiero a sus compas).

“No escuchaba banda o música regional o cumbia, nada de eso, yo era un bato grunge, crecí con Nirvana, Soundgarden, Silverchair, Pearl Jam y todas esas bandas”.

Con tanta música uno asume que Nico hubiera estudiado algún instrumento, pero entre cheves en el Lost Leaf, confiesa que nunca fue bueno. “Pasé clases de guitarra pero no le hacía”, dice después de darle un sorbo a su Sesión Mexican Style Lager. “¿Ta’ buena la cheve no? Mis cuates eran los músicos pero yo no, ellos tocaban en bandas de rock y ese pedo”.

Como muchos de su generación, Nico consumía música por MTV cuando todavía transmitía buena música en programas como 120 Minutes, Headbangers Ball o Insomniac Music Theater de VH1. No es que odiaba la movida regional o la cumbia como sus compas roqueros que decían que era una mierda.

Sonido Cachimbo de Ciudad Juárez, Chihuahua. Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

“A mi siempre me ha gustado de todo, pero no era como que me compraba CDs de La Banda El Recodo. Bailaba en las fiestas y todo ese pedo, pero no era como que fan”, recuerda.

Cuando chilauteaba con amigos, de ley escuchaban Morrissey, Los Cadillacs, The Pixies, The Smiths y bandas del British New Wave. En realidad no fue hasta que llegó a Texas (vivió en Dallas como por 4 años), que empezó a escuchar música más guapachosa.

En Propaganda recuerda que se tocaba mucho electropop latino como María Daniela y Su Sonido Lasser, Silverio, Astro, Milkmoon o Quiero Club. No fue hasta una noche en la que por azar tocó ¿Qué le pasa a Lupita? de Mi Banda El Mexicano, que la gente perdió la chaveta.

Clandestino en el Crescent Ballroom. Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

“Cuando vi como la raza se prendió en esa fiesta, dije ‘aquí hay algo’ y me puse a investigar bandas del renacimiento de la cumbia como Oro 11, Toy Selectah, Cumbia Mela, Peligroso, Frente Cumbiero y todo el movimiento con ZZK Records”.

Nico se dio cuenta de que la gente quería más cumbia y ritmos de influencia afrocaribeña porque era más bailable que el electropop indie de previos toquines. En ese entonces Jorge Ignacio –su cuate-, formó Mexikatek Promotions y comenzó a traer bandas a lugares como el Casablanca en la Van Buren y otros venues chicos en la ciudad, incluyendo su propia galería con un evento llamado Elástica.

Propaganda era un desmadre y de acuerdo con Nico la galería no era sustentable, además tiraban mucho pari. Un día, después de varios meses de fiesta, la propietaria del inmueble les cayó de sorpresa y les dijo que ya no podían ser tan desmadrosos. Al poco tiempo Propaganda cerró sus puertas y sus integrantes persiguieron otras vocaciones.

Nico vio el potencial y siguió el ejemplo de ciudades más grandes que ya tenían su escena de música tropical.

“La idea de hacerlo en La Phoenikera surgió a raíz de un blog post en The Global Experience creado por El Güero Único (John Ghost, sí, ese es su nombre). La gente no andaba mucho en esa onda por el mito de que la música tropical es medio naca, pero poco a poco se empezó a hacer cool y la gente siguió el trend”.

Son Monarcas en el Crescent Ballroom. Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

Nico dice que como la música tropical está trending, artistas mainstream ahora colaboran con bandas legendarias como en el caso del álbum De plaza en plaza de Los Ángeles Azules o Cómo te voy a olvidar álbum producido por Toy Selectah y Camilo Lara en 2013. También es el caso de Silverio con «Perro» y  «Suavecito», colaboración con La Tesorito.

Decir que la cumbia se está hipstereando es señalar lo obvio y no es necesariamente algo malo. De hecho, en la página 150 de Word Catcher de Phil Cousineau, dentro la H, se encuentra la siguiente definición que podría dar mérito al termino:

Hip, Hep, Hipster: In the know, streetwise, kneely aware, socially clever, enlightened, sophisticated, inside the outside, in the pocket, someone who gets it. To be hip embodies the dance between the insider and the outsider, it is to see the truth that others don’t; the hipster is able to put into words, music, paint, stone, or film. Imagine a combination or Mark Twain , Miles Davis, Billie Holliday, and Warner Brothers’ Chuck Jones. The author of Hip, John Leland, writes: «Hip is a term for enlightenment,»presumably in endarkened times. it was brought over on slave ships from Afroca as the WOLOF verb hepi, to open one’s eyes and see, to be aware. Cassidy offers an alternate derivation, tracing hip back to the old Irish aibi, pronounced «hipi» for «mature, clever, quick, wise.»

Esto significa que por uno u otro motivo, hay una dosis de orgullo, awareness en ser latinx y todo lo que esto conlleva. “No sé, a lo mejor me van a crucificar, pero creo que esto se debe a que cuando los latinos adoptan una cultura, la adoptan al 100% y cuando el movimiento

Esto solo significa que por uno u otro motivo, hay una dosis de orgullo y «awarness» en ser latinx y todo lo que esto conlleva. “No sé, a lo mejor me van a crucificar, pero creo que esto se debe a que cuando los latinos adoptan una cultura, la adoptan al 100% y cuando el movimiento indie llegó a Latinoamérica, la gente se bañó de esa madre, pero como ahora las mismas bandas que forjaron ese movimiento están incursionando en sonidos más populares, la gente está regresando a sus raíces”, explica Nico.

La cumbia es cotorreo, es para alegrarse, para guapachear, bailar pegado con alguien o pasarla bien en bola.

“Un ejemplo claro son Los Master Plus o grupos similares que hacen esta música para cotorrear. “Esos weyes son unos hipsters que por agarrar cura empezaron a tocar ritmos guapachosos; también han salido varios como El Conjunto Nueva Ola y otros”.

Al Nico le encanta que la cumbia sea un ritmo versátil y que sin importar tu nacionalidad, te va a bailar hasta deschongarte.

La gente deschongándose en Clandestino. Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

“La cumbia no hay que pensarla y es fácil de disfrutar, sobre todo cuando creciste con esos ritmos y te recuerdan a fiestas familiares o a tu papá/mamá cuando cantaban alguna rola tropicalosa en la regadera”.

La cumbia se está proliferando como el mal del beso en high school y hay cumbieros en Australia, Japón y Tailandia…hay un cabrón que se llama El Mayonesa que es de Estonia y está pegando machín, así de popular es esa madre que hasta hace bailar a los güeros bálticos.

Cuando le pregunté si eso no le parecía apropiación cultural, Nico expuso que no lo es en el sentido de que si hay personas genuinas y chingonas que no lo hacen para hacerse millonarios y más bien elevan la cultura como es el caso de DJ’s Phoenikeros como Djentrification o Sir Smeezy, entonces no es apropiación.

Apropiarse es lo que Nico considera que algunos promotores gringos hacen en La Phoenikera, esos que en su vida han organizado un show de cumbia, a quienes el valor cultural les viene interesando un bledo y cuya motivación son los dolla signs que salen de los bolsillos de Phoenikerxs.

DJ Quitapenas en el Valley Bar. Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

 En 2014 decidió formar el colectivo Clandestino con DJs locales como DJ Tranzo, DJ Musa Mind, DJ Melo y DirtyVerbs de Tucson.

DJ Melo, M.Rocka y DJ Nico. Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

“Un día estábamos hablando y yo estaba sugiriendo nombres mamones para el evento que íbamos formar, pero a nadie le latía mis sugerencias. En eso sale una rola de Manu Chao –que no era Clandestino–, y les dije, ¿y si le ponemos esto?

También influyó que originalmente se pensó que la casa de Clandestino sería el Valley Bar, que es un sótano.

De inicio Nico solo quería divertirse y tirar pari con otra gente a la que le gustaba ese tipo de música, que el evento saque suficiente ganancia para cubrir gastos y seguir haciéndolo, pero ya aprendió su lección, Clandestino está registrado como negocio legítimo y ahora varias organizaciones quieren asociarse con el colectivo para promover eventos más grandes, festivales, conferencias y cosas así.

“Ahora quiero hacer las contrataciones de bandas para eventos de mayor perfil, asociarme con otros promotores para promover los eventos de Clandestino y también involucrarnos directamente en la producción de cultura en La Phoenikera”, expone.

Dos Santos Anti-Beat Orquesta en el Crescent Ballroom. Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

La escena en La Phoenikera

En cuanto a cómo ve la escena en La Phoenikera, Nico considera que porque la ciudad está creciendo, también crece la búsqueda de eventos que representen la cultura que alberga.

“Ahora que es hip vivir en el centro y hacer cosas ahí, este es el momento para generar cultura y tener una ciudad que no tenga nada que envidiarle a las escenas de ciudades como L.A., Chi-Town, El Chuco o las ciudades de la costa este con numerosas poblaciones latinxs”, dice Nico.

“Creo que nuestro deber como promotores de cultura en La Phoenikera, es crear eventos bien ejecutados que nos enorgullezcan de nuestra latinidad”.

Nico considera que no se han formado las necesarias asociaciones entre pushers de cultura porque a veces los latinxs somos muy cerrados con lo que consumimos, es decir, que si algo no es familiar o conocido, es muy difícil que le den un try. Los propietarios de venues o clubs en La Phoenikera no le quieren apostar a la música alternativa en español por temor a que a la gente que ya está acostumbrada algo, no le guste. “Por eso es que hay lugares latinos que solo son de música regional mexicana, o lugares donde nomás tocan top 40 o rock en español que no sale de Maná, Caifanes, Panteón Rococó o cualquiera de esas bandas nostálgicas”.

DJ Nico chambeando la «turnea». Foto: Miguel Valenzuela/Crescent Moon Photography.

El plan Clandestino

La idea para Clandestino según Nico es poder evolucionar y asociarse con gente que tenga un lugar, o comprar un lugar que sea un venue para música en español, como lo que es La Cita en L.A.

Nico sin duda cree que el lugar perfecto es en downtown La Phoeniquera, no donde están otros negocios porque la verdad es que ya está saturado. “Si tuviera un wishlist para un lugar, quisiera algo como el Pressroom donde pueden caber de mil a mil doscientas personas, pero también se puede acondicionar para que bandas más pequeñas toquen y que tenga estacionamiento”.

Lo que a Nico le interesa es que los precios sean accesibles y que no se le cobre a la raza 50 bolas por show. “Yo quiero cobrar $20-25 tops por cada show. Las bandas que quiero traer con Clandestino son bandas más chicas, progresivas y que están haciendo cosas interesantes”.

Venting de promotor

Una de las batallas más grandes que Nico ha tenido como promotor es hacerles entender a las bandas que son reconocidas en México o Latinoamérica es que en La Phoenikera, la neta,  no son nadie, no mucha gente las escucha, no las programan en estaciones de radios y nadie está haciendo podcasts independientes para difundir su música.

“Las bandas piensan que porque en Los Ángeles tienen cierta fama aquí va a pasar lo mismo y no siempre funciona así. En La Phoenikera aun no hay un mercado para que las bandas indie se pongan sus moños. Yo sé que si me traigo una banda que hace covers de Selena se va a llenar y voy a sacarle feria por lo menos para pagar los costos y a los DJs. Pero si quiero traer a una banda del DF, la gente no va a saber quienes son y no se van a alcanzar las expectativas”.

En últimas, cuando le pregunté después de un putero de cheves y cuando ya las preguntas me salían trastabillando de la boca ¿qué necesita La Phoenikera para tener una escena de música en español más hip? Nico dijo que se necesita la predisposición de personas para asociarse, gente que quiera poner en práctica toda su experiencia en el ambiente de entretenimiento y la comuidad de artistas y crear cultura.

“Con la ayuda de los que estén dispuestos, establecer una escena musical alternativa que eleve la cultura latina y que tengamos un lugar chido donde podamos ir a relajarnos y escuchar algo que no están tocando en otros venues, un lugar donde la gente diga, aquí esta mi gente, mi música y claro, que bailen hasta que los pies les arda, aunque sea en un lugar clandestino».

Todos los eventos de Clandestino son un desmother y salvo que seas apretadx, la vas a pasar chido. Síguenos en nuestro social media para saber cuando se arma el próximo huateque.

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