Cuba no es sus playas o sus putas

Cuba no es ni sus playas ni sus putas. No es la tristeza en sus calles o el romanticismo de sus máquinas colectivas, los Moskvich (“la bestia de Cuba”), Lada o los clásicos gringos cincuenteros con sistemas de audio potentes. No es la resignación de los viejos o el cinismo de los jóvenes, tampoco es un parque de atracciones en el que puede darte una pataleta porque pagaste el derecho de admisión y sientes cierto privilegio. No es un safari o tu farmers market. No todos los cubanos son jineteros que quieren verbearte en alguna transacción, ni tampoco todas las cubanas piden cobre por su afecto. Y si no fuera por tanta propaganda en las calles, se podría decir que ni siquiera es la revolución a estas alturas.

Foto: LaPhoenikera.com

LA HABANA

Cuando preguntas a correligionarios algunos tips antes de fugarte hacia La Princesa del Mar, hay algunas respuestas recurrentes (pueden checar nuestra guía), otras completamente ambiguas, y el resto las encuentras tú, sobre la wawa casi llegando a la Calle 26.

La Phoenikera.com buscaba aprender sobre Cuba no por documentales en Netflix, libros, ensayos, los medios, las recolecciones de terceros o la propaganda que los que aún lloran la muerte del barbón (es decir Fidel, habían otros barbones revolucionarios), aún difunden.

Foto: LaPhoenikera.com

Queríamos entender al menos en principio y gracias a los locales, la clave de la isla, su son de ser y en específico ¿cómo se crea arte cuando hay tantos obstáculos para hacerlo?

La contra cultura cubana –que no siempre es contra revolucionaria–, comenzó en parte, el momento en el que las gracias de la revolución no fueron racionadas entre todos equitativamente.

Cuando el poder desproporcionadamente oscila hacia un lado y permite que como consecuencia pocos enchonchen sus bolsillos, inevitablemente se genera una narrativa desafiante, una cultura alterna que evoluciona a la par con la tiranía con el único propósito de destazarla.

Al ver clásicas maquinas estadounidenses, la arquitectura, tantear la vibra de la ciudad y brevemente dejarte llevar por el ruin porn, no puedes dejar de trazar paralelos con Detroit y el deterioro de ambas ciudades por razones opuestas (o a lo mejor no tanto). Algunas de las máquinas que ves en las calles inclusive fueron manufacturadas en Motor City mientras la revolución estaba en proceso.

Foto: LaPhoenikera.com

En La Habana –como en Detroit–, la gente sobrevive pese a las circunstancias y a la indiferencia de sus actores políticos, los artistas como el resto de los mortales, tienen que valérselas. En su caso, conseguir material de donde se pueda y apoyarse en amigos o instituciones extranjeras para obtenerlos.

Taller Comunitario José Martí

En el Taller Comunitario José Martí ubicado en el Paseo del Prado (La Habana Vieja), ese es un recurrente tema de conversación: “¿de dónde pingas sacamos el material? ” Mucho del trabajo que realizan con jóvenes es en parte por donaciones, pero los artistas de este colectivo son truchas, todo es posibilidad, como en el caso de 2+2=5? (Fabián López Hernandez), quien a veces plasma su personaje encapuchado en servilletas donde te dan todo tipo de comidas, desde pizzas, pasando por masareal y raspados, o en algunas sucursales medio piratas del pollo Pío Pío donde no te dan la cajita fancy de cartón.

Foto: Taller Comunitario José Martí.

Además de ser una galería en la que el espectador puede interactuar con los artistas y su obra, o recibir una clase gratuita los sábados por la mañana, el Taller Comunitario provee un canal de exploración para niños y jóvenes que tengan curiosidad por la fotografía, artes plásticas o teatro.

Hueso Duro (Miguel Ángel Hernández), parte del proyecto, comenta que el colectivo participa de intercambios culturales y varios de sus miembros han expuesto su obra en el exterior, como Yomer Montejo Harrys y su fotografía experimental.

Estos intercambios lograron generar conexiones y apoyo de organizaciones en otros países que periódicamente colaboran con el proyecto impartiendo talleres y proveyendo material.

Foto: Taller Comunitario José Martí.

También Yoanny Aldaya Ramirez es parte del colectivo y su trabajo debe ser visto porque describirlo con palabras es nimio. Carlos “Tato” Ayress cantautor y artista plástico chileno que se exiló a La Habana en los setentas, es parte del colectivo y hace nueva trova desde sus inicios. Frida Granados, Vladimir Morejón y Osmany Carratala también son parte del colectivo.

Mantener los talleres gratuitos con material limitado es difícil, sobre todo cuando hay solo una tienda que provee materiales y se reabastece dos veces al año, pero artistas con palanca tienen dibs para escoger el material y dejan muy poco al resto.

Foto: Taller Comunitario José Martí.

Pese a las dificultades los artistas producen y bastante. Si te das una vuelta por la galería agarrarás la onda de que estas personas son devotas a la materialización de su creatividad. Cada mes un grupo de artistas locales se reúnen para conversar, beber ron, fumar y escuchar buena música (la mayoría del tiempo retumban Aldeanos, Maikel Extremo, Wichy Vedado o algo similar en el background). El día que fuimos nos tocó escuchar a Tato que presentó un cancionero de la nueva trova y “De Santiago a La Habana”, una rola que no olvidaré nunca y que solo entiendes si estuviste allí.

La Fábrica

La noche anterior llegamos tarde y se acabaron las tarjetas de entrada (explico lo que son en un segundo porque puede ahorrarte 30 CUCs y una vergüenza), por eso decidimos llegar temprano.

21:02:32 Tarde. Llegamos casi a la misma hora que la noche anterior pero no había nadie en la cola para entrar, solo nuestro amigo Wilbert.

Graba esto en tu mente: cuando pagues 2 CUCs en la entrada te darán un tarjeta, guárdala en un lugar seguro porque te la pedirán en cada barra del lugar, marcarán la tarjeta con lo que consumas y tendrás que presentarla al final, cuándo no sepas dónde estás, de quién es la ropa que traes puesta o quién eres. Si no la tienes, bad news, vas a tener que “toser” la cantidad previamente mencionada, es decir, 30 palos.

21:05:16 En La Fábrica la experiencia está distribuida en distintos ambientes (naves) con múltiples exhibiciones de artistas locales como Yomer Montejo (el dude del Taller Comunitario) que expone sus fotografías en la nave 4. En la nave 3 se presenta Kid Chocolate, obra de teatro sobre Eligio Sardiñas Montalvo, el primer boxeador cubano en obtener el campeonato mundial. Todo sobre esta obra es chingón, desde la vigorosa actuación del actor/director Jorge Caballero, la banda sonora que es interpretada por músicos en vivo o el minimalismo de la escenografía . Sin embargo, lo más impresionante es el uso que Caballero le da a una caja rectangular de utilería que convierte en automóvil, batea, podio y un montón de cosas más… es como una especie de bolsa de Mary Poppins, de donde saca piezas de utilería y vestuario para interpretar al menos 5 personajes distintos. Es el mejor ejemplo de cómo maximizar recursos que jamás haya visto.

Foto: LaPhoenikera.com

22:11:08 Después de engullir el primer roncito salimos a fumar a uno de los múltiples rincones que tiene el lugar y en los que conoces los personajes más interesantes como Frank, un escritor cubano que inventa cuentos para niños o Katiushka, chef chilena y coleccionista de especias que vive en Brooklyn, NY. Decidimos que después del cilindro nicotinoso acelerador del cáncer iríamos a darnos una vuelta por las naves, impregnarnos de arte cubano y lo que transmiten los artistas que viven en la isla. Debo confesar que me sentí un poco saturado con tanta estimulación… la programación de sus noches está on point.

22:30:04 ¿Ya dije que hay como ocho bares y que en todos son dadivosos con el alcohol? Estamos en la nave 1 donde Obi y Joan Coffigny están en pleno DJ set y hay un putero de gente bailando como en un rave de los 90’s.

Foto: FAC.

23:05:02 Luego de sufrir un desencuentro violento con una pared y ultimar mis lentes, chilauteamos en la nave 2 donde se exhibían fotografías de artistas locales mientras yo recuperaba del putazo que me acababa de dar.

Foto: FAC.

23:21:00 Isis Flores tomó el escenario hace 21 minutos en la nave 4, un ambiente rodeado por paredes iluminadas de un azul Playa del Este y empapeladas con afiches de iconos como Bowie, Madonna, Moré, Hendrix, Lionel “Hamp” Hampton, Yma Sumac y “El padrino del Soul” entre otros. Isis entretiene a la audiencia con sus himnos pop y yo estoy sonriendo en el medio de la gente, como creeper, viendo a todos a mi alrededor y realmente contento porque parecen divertirse.

Foto: LaPhoenikera.com

01:03:09 Ya vimos y parloteamos con la gente del Taller Comunitario (porque en La Fábrica te encuentras a todos los que conociste en el viaje), Frank y Katiushka fueron y vinieron y la gente baila como si sus preocupaciones existieran en otro lado.

Todos los eventos programados ya concluyeron, la gente está dispersa por todas partes, confabulando planes eróticos en los rincones, unos bailando como si fuera la última vez, otros aún deambulan por La Fábrica de Arte en busca de fabriles.

Ojo, el programming del lugar cambia siempre, lo que vimos no lo verás tú, pero seguro verás algo nuevo. La gente piensa que esta es una iniciativa privada apoyada por los artistas (X Alfonso como mayor protagonista) y que todo lo operacional es dirigido por ellos. En realidad, La Fábrica de Arte Cubano es un centro del Ministerio de Cultura cubano que es dirigido en conjunto con artistas, no es una iniciativa privada. Los bares son en parte controlados por cuentapropistas y la parte cultural es gestionada por el gobierno junto con los artistas. El gobierno Cubano no es nada pendejo.

Bellas Artes, Revolution Museum, etc.

Skip el Museo de la Revolución, nosotros no fuimos porque para muchos de los que conocimos es el símbolo de la tiranía, la opresión y la carencia; pero sobre todo porque el cubano promedio prefiere gastarse sus 100 “pesos revolucionarios” en otra cosa. Tampoco fuimos al Museo del Ron o del chocolate.

Si eres un art junkie y necesitas tu fix, Bellas Artes es tu destino. Son tres pisos de contexto, tres pisos que a través del arte, te ayudarán a entender Cuba. Si tienes tiempo, visita Bellas Artes, hasta podrías toparte con “Kiko el constructor”, obra multimedia de Leandro Soto, artista cubano que residió en La Phoenikera por muchos años.

El museo está dividido en dos, el edificio de arte cubano y el de arte mundial. Nosotros nos concentramos en en ala cubana, la verdad fue impresionante y particularmente nos llamaron la atención las obras de Antonia Eiriz cuyas obras cargadas de angustia y notable oscuridad, exponen la experiencia cubana de una manera cruda. El estilo de ellanos recuerda un poco al del Phoenikero Bobby Castañeda.

Foto: LaPhoenikera.com

Otros artistas que fulminaron nuestro cerebelo fueron el escultor Sergio Martínez, Ángel Acosta León, René Portocarrero, Rubén Torres Llorca, Amilcar Cabral, y el inolvidable Wilfredo Lam. Indudablemente nuestro favorito fue Servando Cabrera Moreno, que es conocido por la geometrización de sus sujetos, los cuales brindan una visión aguda sobre la sensualidad y el erotismo, las profundidades humanas.

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Graffiterxs

Para este recuento nos enfocaremos en artistas locales y no en los extranjeros que realizaron trabajos allá. Sí, La Habana es graffitera, a veces se censura constantemente como en el caso de “ El Sexto” (@dmmelsexto) y otras no, como el caso de Yulier P (@yuliergraffiticuba) y otros.

Foto: LaPhoenikera.com

Es curioso ver el arte callejero disputándose espacios con la propaganda revolucionaria, a veces incluso coexistiendo poéticamente lado a lado. También tienes a 2+2=5? (@ttttoe), @DuroHueso, 5stars (@5starsart), Dyoz, Caso, @ScottandDestroy y @MK89.

Foto: LaPhoenikera.com

Desafortunadamente no conocimos a graffiteras o graffiterxs locales, las obras que vimos eran eran de artistas extranjerxs. Nos pareció un poco extraño y después de una búsqueda exhaustiva, no se encontró referencia, así que si conocen alguna, contáctennos con ella/s.

Foto: LaPhoenikera.com

El Internet juega las escondidas contigo en los parques

Lxs cubanxs son magistrales para encontrarle la vuelta y maquinar métodos alternativos por las restricciones domésticas y un embargo de medio siglo que solo ha hecho la vida de millones de personas, una montaña de caca. Pero son ingeniosos, perseverantes y sin duda tienen revolución en el corazón, aunque a veces es oprimida.

También por décadas estuvieron desconectados en cuanto a acceso a tecnología e información. Desde que el gobierno permitió el acceso al Internet en el 2015, las cosas han cambiado de manera lenta (así como su conexión de Internet), pero los cubanos quieren un nexo con el mundo exterior y están consumiendo Internet como si fuera reggaetón o su cafecito. Es cuestión de tiempo para que las dinámicas de poder comiencen a cambiar y ya se ven vestigios del impacto en la cultura popular: la moda, la música que se escucha, el arte, la identidad cubana y cómo se expresa.

Si pasas por el Parque Karl Marx en Centro Habana, el Parque en Línea y H (Vedado), Parque Estadio Latinoamericano en el municipio Cerro (cede de “Los Azules”) o por las decenas de puntos de acceso a conexión inalámbrica (WiFi), la mayoría de la gente está pegada en sus mini pantallas, escuchando a Insurrecto a gritos y a pesar de que sólo es un año desde que existe acceso al Internet, la gente actúa como si siempre hubiera estado ahí. Una chica que conocimos allá les decía Zombie Parks. Es un fenómeno interesante de presenciar porque lxs cubanxs son muy sociales y comunitarixs, hacen todo en bola: sufren, lloran, se ríen de su circunstancia, pistean, bailan y ahora, son internautas juntos.

Centro Cultural Bertolt Bretch

Este es un lugar en Vedado donde se reúne gente de toda naturaleza y múltiples formas de pensar para tomarse un cafecito con un bocadillo, una Cristal (o una Bucanero que tiene más punch), chilautear o experimentar cultura. Fue el primer lugar donde viendo a un grupo de cubanos dijimos “¡cómo hablan los cubanos!”, pero luego nos dimos cuenta que es porque no tienen la cara pegada a la pantalla de su celular cuando no hay Internet. Realmente conversan mirándose a los ojos, se apasionan, discuten, se comunican.

Foto: LaPhoenikera.com

En uno de los teatros de este centro vimos la obra Flechas del ángel del olvido de José Sanchis Sinisterra y puesta en escena por la compañía Gaia Teatro de La Habana bajo la dirección de Esther Cardoso Villanueva. Una obra muy bien realizada en cuanto a interpretaciones y valores de producción, interactiva con los presentes y con una temática que aborda la influencia de agentes externos en las vidas e identidades de los jóvenes. Ver teatro en La habana, check!

Roma, el speakeasy de Aguacate

Nunca está por demás compartir cuando uno se encuentra con un speakeasy esté donde esté y pasa que siempre se nos atraviesa uno por el camino. Está ubicado en Aguacate St. #162 en Habana Vieja. Un bar en el 6 piso de lo que otrora fue un lujoso hotel, ahora convertido en un rooftop bar. Igual, buenas vibras, chida selección de música electrónica por los DJ’s de la casa, DJ Dark y Kike Wolf. El chupe es bara en un ambiente surtido de gente ecléctica. Eso sí, si te cagan los hipsters no vayas. Sí, hay hipsters en La Habana. No, no todos son posers.

Foto: LaPhoenikera.com

El Submarino

La primera noche que fuimos a La Fábrica de Arte Cubano no nos dejaron entrar porque se acabaron las entradas. Pero el tiempo del universo es perfecto y en la línea para entrar formamos una complicidad con unos gemelos (Wilbert y William) buena vibra que nos invitaron ir al Submarino Amarillo luego que unos gringos de mierda y su privilegio quisieron colarse. El Submarino Amarillo es un bar subte que apesta a nostalgia y amor por las baladas de glam rock, Aerosmith y Bon Jovi y otras bandas setenteras y ochenteras (sólo tocaron a los Beatles una vez). Es un bar no tan concurrido por el turista promedio y los bruhs y pollo-brains que llegan, generalmente se van bien rápido. La cheve y los tragos son baras y si a eso le sumas Karaoke de Freddy Mercury, ya la armaste. La gente que va a este lugar en su mayoría le caga la salsa, el merengue o cualquier tipo de ritmo tradicionalmente caribeño, en especial el reggaetón.

Foto: Submarino Amarillo.

Café Arcangel

El mejor café de La Habana”, nos dijo Miguel Diezcabeza, propietario de este pintoresco café en Centro Habana. La neta es otro de los muchos lugares en los que te quieres pasar mucho tiempo. Ahí consumimos el Desayuno Arcángel (incluye huevos veggies, tocino, tostadas), y el cafecito, que es el mejor entre más de 700 establecimientos evaluados en La Habana.

Foto: LaPhoenikera.com

Está decorado como la casa de tu tía cachivachera pero con gusto. Tiene distintos ambientes, cada uno con su identidad y donde nos sentamos era como una sala de estar, como esa esquina rara en la casa de tu abuela donde ponían el teléfono a disco. Da la casualidad que sobre una mesilla de madera antigua detrás de nosotros, estaba un teléfono de los 30’s que aún funciona (el dueño le habló de su celular para comprobar) y en el background un fonógrafo tocaba un LP de Columbia Musical Treasuries.

Foto: LaPhoenikera.com

Los cubanos toman un chingo de café a todas horas (no se ven cracked out como la gente aquí, debe ser algo en el agua), este brebaje corre por sus venas y otra de las poderosas conexiones que tienen con la tierra, es parte de quienes son y muchas de sus interacciones diarias son alrededor de una tacita.

El café en Arcángel es preparado por Joao Diezcabeza, hijo de Miguel. Joao ha viajado a varios países para capacitarse en los distintos aspectos del café y ejecuta los 27 tipos que ofrecen en el menú. La vibra es tan buena en ese lugar que en nuestro último día en La Habana, queríamos tomarnos nuestro último cafecito. All llegar estaba cerrado pero como mencionamos que era el mejor de La Habana, lo reabrieron para nosotros y si algo ejemplifica lo que es la gente cubana, es eso, su genuina amabilidad.

Foto: LaPhoenikera.com

TRINIDAD

El Mago nace cuando Muere Fidel

El día que inauguraron El Mago, un café/bar que encontramos deambulando por las calles en Trinidad, una ciudad a cinco horas de La Habana, Castro valió pito (o más bien cuando avisaron, nosotros creemos que ya estaba tieso un tiempo).

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Carlos Duffay, uno de los propietarios del lugar, recuerda que ese día todo el mundo y su madre estaban en la inauguración. En el mejor punto de la noche llegaron unos polis demandando que apaguen la música y se deje de vender alcohol ya que era una falta de respeto a la memoria del comandante. El negocio no operó durante nueve días hasta que les devolvieron la licencia.

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Este es un spot pensado con tanto detalle que te inspira varias cosas a la vez: sentarte y dedicarle toda una tarde a la tertulia y a inspeccionar cada rincón, cada foto, cada dibujo, cada frase escrita en la pared. Tal vez jugar al cíclope con una persona; reencontrarte con alguien que extrañas y no veías hace mucho o simplemente –que muchas veces es mi caso–, people watch y disfrutar cada segundo del voyerismo.

Foto: LaPhoenikera.com

Conocer a Carlos y a Melia fue otro do-pe. A Carlos porque es un joven artista y empresario que aporta a la cultural del lugar donde vive (es el único lugar entre todos donde escuchas EDM y el reggaetón es vetado), es transparente y le gusta hablar y compartir su humanidad, a Melia porque es la persona con menos filtros que he conocido en un buen tiempo y porque sus historias de sexo son divertidísimas. De ella aprendimos que la mujer en Cuba tiene el sello de puta en la frente porque el gobierno se ha encargado de que esa sea la visión de la mujer cubana en el mundo.

Foto: LaPhoenikera.com

El Mago es el concepto de un grupo de amigos (Laura Vaillant, Lyhan Arango y Yilien Moje), que iniciaron con unos cuantos cientos de CUCs prestados de amigos y familia en noviembre de 2016.

Dos cosas del menú que te van a hacer blanquear los ojos: el café Baracoa (un frappé multinivel con varias capas de deliciosura cafetosa y chocolililín) y la Canchánchara, un trago que inicialmente era consumido como medicina por los mambises e incluía cualquier jugo cítrico, miel y agua ardiente. Mi propósito fue remediar la sobriedad, con la moderna variación que incluye hielo y agua mineral.

Carlos y Melia recomendaron La Botija para la cena (pidan la Ensalada Campesina, es rarísima y compartan el spaghetti si lo piden, es inmenso), luego nos encontraríamos en La Cueva, una gruta donde se practican todo tipo de indisciplinas. Melia hanguea en el café, es violinista y también mesera en un restaurante fancy de Trinidad. Carlos era estudiante de ingeniería por obligación pero en realidad su vocación es la fotografía y hacer Cancháncharas que tumben. Hubo conexión genuina, mutuo aprendizaje, sobre todo el nuestro, que por estos lares nos acostumbramos a que las cosas sobren, incluso las buenas ideas.

Foto: LaPhoenikera.com

Nos mencionaron que los murales y el arte callejero no son muy comunes (o muy aceptados) aunque hay uno que otro. Carlos cuenta que los murales con frecuencia son cubiertos porque la ciudad aun es un tanto conservadora en un par de cosillas. Hay murales, pero muchos están superpuestos por una capa mediocre de pintura.

Foto: LaPhoenikera.com

La Cueva

When in Trinidad, La Cueva es un must. Este nido hedónico se encuentra en la profundidad de un sistema de cavernas donde la gente bebe, perrea hasta sacar brillo a sus braguetas y deja las suelas de los zapatos en la pista de baile (a veces también la decencia, como yo).

La Cueva está en las faldas de un cerro y en el ascenso existen negocios oportunamente ubicados que te venden las Cancháncaras a 1,25 CUCs, es decir menos de la mitad de lo que te cobran en el antro… digo, es buena opción pa’ ir entonando.

La Bodegüita del Medio

Sí, al menos aprovechen el brutal happy hour de La Bodeguita del Medio y sus mojitos a 2 CUCs cada uno. Dicen que era el bar de Hemingway, pero, ¿qué no todos lo fueron en algún punto? Ese don era un teporochito. Si visitan este lugar es posible que Rey Fabré y su Grupo Original les amenicen la tardeada. Trinidad o “la ciudad museo de Cuba” tiene múltiples opciones de museos para visitar como el Museo de Historia Municipal, Museo de Arqueología, Museo Romántico, Museo de Arquitectura Colonial y otros.

Foto: LaPhoenikera.com

La Casa de la Música

Sí, tienes que ir a La Casa de La Música, pero sólo a calentar los motores de la jarana y después a descubrir lo que la calle ofrece. Es un buen lugar para bailar al aire libre en un setting distinto.

Foto: LaPhoenikera.com

En resumen

Cuba es lo que eres por dentro y encuentras lo que buscas. Si llevas mala vibra y mamonería, lo más probable es que se te devuelva. Cuba es un espejo que refleja intenciones, el lugar donde la gente convive con “la maldita circunstancia del agua por todas partes”.

Si el propósito es turistear à la Houellebecq, más que uno, una (o ambos), estarán dispuestos a la danza horizontal. Si quieres que se te acerquen mínimamente y viajar disfrutándote, también es posible (con la ocasional interacción transaccional que te ayudará entender que los cubanos se te acercan para ofrecerte o pedirte algo o, el raro ejemplo de quienes se te acercan porque genuinamente les intrigas).

Cuba es todo lo que te contaron, pero también lo que no. Sí, hay improptu parties en medio de la calle mientras está lloviendo y hay música por doquier. La gente es alegre, pero porque prefieren eso a la alternativa. No, no todo es son, chachachá, guaguancó, rumba o mambo. Guantanamera es a veces un eco distorsionado por una rola de Chocolate Nestlé que está blastin’ desde el interior de un Bel Air del 55.

Sí, hay gente guapa, pero ¿no es el caso de la mayoría de los lugares y no hay siempre ese personaje que te hace mirar dos veces? Supéralo.

Ah, el sandwich cubano (o medianoche) que desde los 6 años quiero probar en la isla, sí, ese que tiene lechón, jamón de pierna, queso suizo, pepinillos y mostaza, no, no es mejor Cuba.

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