Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl: Q&A con dos deidades incomprendidas
All Hollows’ Eve o Halloween se disputa el puesto de celebración mortuoria por excelencia en todo el mundo. Es una más en la colección de efemérides prostituidas por el corporativismo y la cual hoy en día alude más a empachos con golosinas, pedas con cosplay y el fetiche de manualidades anaranjadas.
Antes de calacas azucaradas, del secuestro de celebraciones milenarias, panes dulces y versos satíricos que se mofan de políticos y personalidades importantes, dos deidades aztecas centraron su reino en el subsuelo, lugar donde se albergan las ánimas del mundo y las bases para la tradición que ahora se celebra.
Ahora que llegó la partuza fúnebre, que estamos en la víspera del periodo liminal entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno – el cual permite que lo mundano y lo espectral coexistan en un mismo plano –, decidimos invocar a los dioses del inframundo para dialogar sobre la celebración a los muertos y aclarar algunas dudas o interpretaciones que se han hecho por cientos de años.
Pese a que la comunicación entre Tlalticpac (tierra) y los nueve niveles de Mictlan en teoría debería ser una tarea relativamente fácil durante estas fechas, contactarnos con el más allá demostró ser más complicado de lo previsto.
Cuando hicimos la solicitud de entrevista nos contestaron que como requisito para entrevistar a los Señor/Señora de La Muerte, teníamos que completar una serie de pruebas designadas para la gente de prensa y que debían completarse en cierto tiempo y recolectar una sarta de ofrendas que seguro no encontraríamos en el tianguis.
Pedimos que se considere nuestra condición de mortales y que se obvien tales requisitos porque morir complicaría las cosas al momento de redactar la entrevista.
Entendiendo nuestra lógica, los dadivosos dioses accedieron a una breve reunión en una caverna no muy lejos de aquí.
¿La Phoenikera: Cuáles son sus nombres completos?
Mictlantecuhtli: Me conocen como Mictlantlecuhtli pero también me llaman Popocatzin o Tzontemoc, en distintos lados tienen otros nombres para mí.
Mictecacihuatl: Yo soy Mictecacihuatl, también me llaman Chalmecacihuatl.
LP: ¿Qué significan sus nombres?
CH (como los dos empiezan con M, usaremos las iniciales de nombre alterno Chalmecacihuatl): Señora de los muertos o la Dama de la muerte. Viene del nahuatl miquitl, que significa muerto; tecatl, persona de, morador de, habitante de: mictecatl, muerto; cihuatl, señora, mujer, dueña. El significado del otro nombre se refiere a mi condición de dadora de vida; soy la que corta el cordón umbilical.
M: El Señor del lugar de los muertos, o El Señor de Mictlan. Mictlan significa el lugar de los muertos y tecuhtli es señor. Popocatzin es más como un apodo, un sobrenombre con cariño significa “ser ardiente”.
LP: ¿Donde es su reino?
CH: Reinamos el inframundo, la región de los muertos, donde habitan todas las ánimas del mundo hasta que se disuelven en la eternidad. Ahí habitan todas las personas que perecieron de manera natural. Las personas que perecen de otras formas tienen su lugar especial.
M: En nuestra cosmovisión existen 3 planos: supramundo, el mundo terrenal y el inframundo. En el supramundo, existen 13 estratos y el inframundo tiene 9 niveles. Nosotros moramos al final de esas nueve etapas.
LP: ¿Por qué 9 niveles?
M: Representan las 9 regiones que deben atravesar los difuntos para que podamos recibirlos y formen uno con nosotros.
CH: La perfección espiritual y el descanso definitivo se alcanza al superar estas nueve pruebas de resistencia en un periodo equivalente a 4 años en la medida de tiempo que emplean ahora. Estos obstáculos se encuentran en los niveles de Itzcuintlan; Tepectl Monamictlan; Itztepetl; Cehueloyan; Pancuetlacaloyan; Temiminaloyan; Apanohualoyan y Chiconahualoyan.
M: Las pruebas varían en cada lugar, por ejemplo tienen que cruzar un río caudaloso guiados por un Xoloitzcuintli (así que traten bien a estos cuadrúpedos), o atravesar unas montañas inmensas que se chocan entre sí, pero esquivándolas en el momento preciso porque si no, les mutilan. Otra prueba es soportar un lugar desértico y gélido con ventarrones que cortan como dagas; vencer a bestias que buscan devorarse su corazón y evadir a Xochitonal, un lagarto gigante que les persigue por la eternidad en el río Apanuiayo que es aguas oscuras y está antes de llegar ante nosotros. Al culminar las pruebas, los perecidos llegan con nuestras ofrendas: teas, perfumes e inciensos, flechas e hilos de colores, entre otras cosas.
CH: En cada uno de los niveles habita una deidad que puede complicar o facilitar la trayectoria al noveno nivel y las cuatro más conocidas son Tepeyollotl, Itztlacoliuhqui y Mictlecayotl.
LP: ¿Por qué cuatro años?
M: La razón detrás del periodo de tiempo tiene que ver con los cuatro puntos cardinales y los cuatro creadores de Nonantzintlahlli (Madre Tierra). Éstos son los retoños de los dioses creadores Omecihuatl y Ometecuhtli (Señor y Señora de la dualidad). Si pueden, busquen la leyenda del origen del mundo.
CH: El 4 es prevalente en nuestra cosmogonía, entre otras cosas, significa las cuatro direcciones del universo y la armonía cósmica entre todas las fuerzas.
LP: ¿Señor y Señora de la muerte, es correcta esta denominación?
CH: Entendemos que existe confusión, muchos piensan que representamos la muerte porque reinamos el mundo de los muertos. Estamos conscientes de que por siglos les lavaron la kuaitl [el coco] diciéndoles que Mictlan es el infierno y que aquí mi camarada calavérico, es el demonio. Es natural que quisieran simplificar las cosas, que dividan todo en binarios para que pueda ser más digerible y así conquistarlos. Es más fácil entender el mundo en absolutos.
En mi caso es todo lo contrario. Soy la Señora del lugar de los muertos, de Mictlan, mi función no es quitar la vida, es transformarla. No somos deidades que provocan la muerte, en todo caso somos como un vehículo en el viaje del difunto por los niveles del inframundo.
M: Si fuéramos dioses de la muerte, demandaríamos sacrificios y festividades continuas, o tendríamos celebraciones exclusivas para nosotros. Seríamos como Huitzilipochtli que anda buscando pelea todo el tiempo y está sediento de sangre. Pero somos muy reservados con eso de las festividades, no nos gusta mucho el elogio de los vivos, preferimos el compromiso de los muertos. Creo que el único sacrificio que se nos ofrendaba era en Tlaxicco [el séptimo edificio], cuando sacrificaban a un cautivo durante el mes de tititl. Se nos menciona en rituales con personas momentos antes de su muerte, mientras los envuelven con los papeles que tanto nos gustan. Las festividades se enfocan en los muertos en sí, no en nosotros y así es como debería ser.
CH: Retomando el punto de “Dama de la Muerte”, hay algo clave que recordar: luego de que Quetzalcoatl y Tezcatlipoca crearan el mundo después del Cuarto Sol y se necesitaba poblar la tierra nuevamente, Quetzalcoatl y su encarnación gemela Xolotl, descendieron a nuestro reino a pedirnos los huesos de los anteriores seres (los que se convirtieron en peces por las inundaciones), para crear a los nuevos mazehuales (humanos). A pesar de que Mictlantecuhtli escuchó mi opinión al respecto, decidió hacerles el camino difícil…
M: …Como debe de ser, es parte del equilibrio y como son las cosas. En realidad fue también para entretenerme. Le dije a Ehecatl [Quetzalcoatl] que podría llevarse los huesos solo si daba cuatro vueltas al reino mientras hiciera sonar una trompeta de concha. Pero le jugué una broma y le di una concha sin hoyos. Quetzalcoatl, que tiene sus luces, se dio cuenta del chiste y pidió a unos gusanos que perforen la concha y convocó a unas abejas para que zumbaran dentro ella y la hicieran sonar como trompeta. En un principio cuando escuché la trompeta decidí dejarle ganar y que se llevase los huesos sin problema, pero pronto rectifiqué y opté por mandar a unos dioses a que caven una fosa para que Quetzalcoatl caiga y nunca pueda salir…
CH: También ordenaste que las codornices le ataquen…
M: Si, estuvo divertido. Quetzalcoatl cayó en el poso y se rompieron los huesos, pero logró escapar. Después llevó los fragmentos de huesos a Tamoanchan y la diosa Cihuacoatl-Quilaztli los molió y colocó en una vasija preciosa sobre la cual Quetzalcóatl derramó sangre en penitencia, engendrando de este sacrificio la nueva humanidad.
CH: ¿Te das cuenta que somos indispensables para crear vida, que Quetzalcoatl nos pidió huesos para crear una nueva era?
¿Cómo se sienten de que no haya una fiesta específica para ustedes?
CH: La verdad es que la celebración es para que los familiares asistan a los difuntos en su viaje hacia nosotros, que les provean de todo lo que requieren para vencer las 9 pruebas y alcanzar el descanso perfecto.
Ellos se encargarán de celebrarnos con su tenacidad y determinación para llegar a la muerte perfecta. Nosotros no tenemos nada que ver con los vivos, es decir de manera directa, nuestro reino está con los muertos.
M: También es importante resaltar que pese a que nuestra interacción con los vivos es mínima y por ello no existen festividades específicas para nosotros, nuestra relevancia en el mundo es indudable ya que le damos un equilibrio al cosmos, el cual permite la existencia de los ciclos de nacimiento/vida/declinación/renacimiento. Pese a la naturaleza oscura que los humanos nos han adjudicado, encarnamos una fuerza positiva ya que somos el opuesto complementario de la vida.
LP: ¿Todos los muertos llegan a Mictlan?
M: No, solo aquellos que mueren de causa natural o enfermedad. Ustedes están acostumbrados a que si te portas bien te vas al cielo y si te portas mal, te vas al infierno. Para nosotros no importa mucho qué es lo que hayas hecho en vida.
CH: Dependiendo el tipo de muerte, la energía vital de los humanos puede ir a cuatro lugares: Chichihuacuauhco (Lugar del árbol nodriza o lugar del árbol que amamanta); Tlalocan (El reino de Tlaloc, Dios de la Lluvia); Ilhuicatl-Tonatiuh (El cielo donde está el sol o El cielo del sol) y Mictlan (El lugar de los muertos). El primero era el lugar al que llegaban las tonalis de los niños que habían muerto prematuramente, éstos llegan a la casa de Tonacstecuhtli en forma de colibrí a beber la leche del Árbol de los Mantenimientos y esperar a que acabe el mundo para renacer.
M: También esta Tlalocan, que es el lugar donde llegan las personas sacrificadas al Dios de la lluvia o que perecieron por agua o truenos. Es un lugar sin pena alguna, donde abunda la mazorca, las calabazas, el amaranto, el chile verde, los tomates, los frijoles verdes y las flores.
CH: Ilhuicatl-Tonatiuh es la Casa del Sol, donde llegaban los ultimados en combates, las mujeres que perdieron la vida durante su primer parto, los sacrificados en nombre del sol. Y también pueden irse a Mictlan cuando mueren de manera natural o por enfermedad.
LP: ¿Cómo es la vida en Mictlan?
M: Muy ocupada, resguardar los huesos de aquellos que algún día renacerán es una tarea que requiere dedicación ya que hay que mantener un balance. Hay que recordar que solo por la muerte es que existe un renacimiento, así como sólo se puede despertar si se duerme.
LP: ¿Qué piensan de la celebración del Día de los Muertos?
CH: No hay duda de que es importante para fomentar la conexión entre los vivos y los muertos, así como la relación de los primeros con la vida y su origen. Nos divierten mucho las variaciones que existen ahora y como han incluido nuevas cosas, sobre todo nuestra representación contemporánea plasmada con los catrines y las ofrendas que ahora pueden ser compradas en un supermercado.
M: Claro, estas interpretaciones actualizadas son muy buenas para conectar con la gente, pero a veces es muy caricaturesco y risible.
Nuestra entrevista tuvo que ser interrumpida ya que varias personas estaban esperando reunirse con los dioses para poder ser admitidos al descanso eterno. Desaparecieron de mi lado el momento que estaba guardando mis cosas en el morral.
Nos quedamos con algunas aclaraciones y queda resuelto que si vamos a celebrar esta festividad, al menos debemos indagar su origen y propósito. Pero sobre todo a estar abiertos a la posibilidad de un contacto con el más allá con los que cruzan a este plano a recordarnos quiénes somos y de dónde venimos.
“No tenemos vida permanente en este mundo y breve, como quien se calienta al sol, es nuestra vida”, decían los aztecas y esta afirmación no ha caducado.
El día de los muertos es la celebración en la que los mortales tenemos la oportunidad de recordar a los que se “calentaron” con el sol en este mundo, asistirles para que lleguen al paraíso perfecto y formen parte del todo.