La Phoenikera hedonista y el museo que la engríe
Nuestra experiencia AMPLIFIED en el PAM activó nuestros sentidos, el auditivo deliberadamente fue el más sugestionado de todos.
Llegamos al Phoenix Art Museum cuando tronaba el zapateo de Angelina Ramirez de Flamenco Por La Vida, mientras otros miembros de la agrupación entonaban La leyenda del tiempo del Camarón de la Isla. Eso fue como a la una.
El food truck de Sana Sana y su culinaria ancestral estaba instalado frente a la entrada y tenían una cola de gente queriendo entrarle a un molito con ensalada de nopales.
La primera parada fue para ver Sound Art Arizona, una organización que explora artes en las que el sonido es el medio de expresión fundamental. Kristen Miologos, Jimmy Peggie y Chris Piraino, son artistas que en distintas capacidades utilizan el sonido como medio para crear –en el caso de Peggie y Piraino–, esculturas sonoras con artefactos retro tech, como sacados de una sci-fi de Roger Corman.
Miologos por ejemplo, presentó Sonic Textile Garter Stitch, una instalación de sonido en la que teje con lana sobre un theremín Moog en combinación con un looping pedal Boss RC-1. El propósito es la repetición del eco de quienes existieron antes que ella. “Este acto repetitivo se convierte en un ritual que hilvana todos nuestros gestos recolectados a través del tiempo”, describe en su artist statement. “El trabajo no solo resulta en materia, también en el acopio efímero de tiempo y movimiento. El movimiento repetitivo de sus manos tejiendo lana con las varillas generó sonidos que fueron documentados por los instrumentos mencionados y amplificados para todos.
Luego de nuestro mindblow de vintage sci-fi en la Orientation Gallery, vimos a Make Beats. Franco Habre (Bronze Candidate), Garrisson Jones y Stephen Avalos, establecieron la vibra con su estilo trip hop chilautero, tirando a improvisational hip hop, pero más sución y la neta que como las ninfas, de la mano nos llevaron al lugar donde todos sonreímos.
Tatiana Crespo, música en serie de La Phoenikera (toca en Las Chollas Peligrosas, La Luz de la Luna, Harper and the Moths, Treasurefruit y The Bushkas), tomó el Entry Plaza stage y recibió a quienes recién llegaban después de una farra descomunal el sábado y también al resto de personas que se conducen como adultos responsables e hijos de Dios.
Después de ese set que fue como a las 3 de la tarde, todo es un montage de escenas que se intercambian entre pasado y futuro en el presente. Como un sueño lúcido pero que aun no controlas al 100. Recordamos todos los actos que vimos –y fueron un chingo–, nada más perdimos la noción del tiempo y por fin entendimos que este es soluble en sonido. Esto último nos regresó a una conversación con un personaje chamánico que conocimos y parafraseando a Heidegger, aseguró que la música es la más hedónica de las artes. Ese domingo fue lleno de placeres.
Fueron varias horas intensas de soundscapes que representan el sonido de La Phoenikera, de perseguir actos para no perderlos por el FOMO incandescente que todos los festivales con un lineup chingón provocan. Por milénico. Así van a explicar las cosas en unas décadas: ¿Por qué pasó esto? Because Millennial.
En el Chase Lobby habían dos cosas muy cool a las que no les prestamos la atención que merecían por que el lineup era apretado y queríamos checar la mayor cantidad de actos. Una era la estación de Mobile Vinyl Recorders que hacían grabaciones on-site y la otra MAKERS en la que confeccionaban instrumentos musicales utilizando componentes electrónicos ejecutados con el programa Makey Makey.
Vimos un poco de The Sunpunchers, Nicole Olson y La Luz de La Luna en el Cummings Great Hall y también la coreografía Memories of Mexico de Lili Gomez en combinación con músicos locales Maribel Luna Simms, Jesse Simms y Robin Vining. Vinning se la rifó en el acordeón tocando Un rinconcito en el cielo de Ayala. La danza estuvo a cargo de Erik Canales, Martha Patty Hernandez, Reyna Montoya, Miguel Jarillo Pedraza, Steven Redondo y Laura Tamez. Nuvia Enriquez de LaPhoenikera.com también participó leyendo un poema escrito por Ruby Morales.
En el mismo salón vimos a Djent y Geibral Elisha Movement y en medio de todo esto nos dimos una escapada al Whiteman Hall para agarrar el segundo set de RPM Orchestra. Curaron un muy buen show montando 3 performances, una degustación de sus destrezas al ejecutar la banda sonora de escenas de cine mudo. RPM rules!
También nos dimos la vuelta por el anfiteatro que exponía la instalación audiovisual Monsoon In C 2.0: Hacked y que además albergó las presentaciones de Tindal, ILLSLUR y Raquel Denis. Esos fueron los actos que vimos ahí, pero no fueron los únicos.
Resulta que había tanta madre que ver que ignoramos un ala completa del museo (Katz Wing, third floor) en la que tocaron como seis o siete bandas y estaba la instalación de GLOB que nos la perdimos por weyes. Sad face. Pero la neta no sé si nos hubiera dado el lomo para ver más de lo que vimos aquel domingo, it was jam packed with bands! Todo AMPLIFIED fueron como 50 actos.
Afuera, en el Dorrance Sculpture Garden, nos desprendimos de toda realidad desde Arouna Diarra, un multinstrumentalista Burkinés que comunica sus raíces empleando instrumentos como el n’goni, balafón y tocando Wassalou, un género musical que se cree es predecesor al Blues. En ese mismo escenario vimos a Jerusafunk que awebo te pone a bailar porque sí, descubrimos la chingonería de The Maya Espectra y a Like Diamonds. Las Chollas y Vox Urbana cerraron la noche, destellamos en frecuencias y terminamos en el suelo (si, hubo caida dándole a la quebradita).
Es posible que la caída hubiera ocurrido antes si es que no le entrábamos duro a las carnita asada fries del Ni de aquí, Ni de allá food truck, que nos regresaron a la vida. La neta se pasaron de lanza. El happening estuvo chingón, bien organizado y con algunos retrasos que la gente ni se dio cuenta porque ya andaba etilizada y en realidad ¿quién toma en cuenta el tiempo más que quienes están montados en el escenario?
Desde hace algún tiempo venimos preguntando cuál es el sonido de La Phoenikera, ese que la distingue de las demás ciudades, el que la idenfica, el que le corresponde por ser la quinta más grande de Estados Unidos. Creemos que la respuesta cada vez es más evidente, es cuestión de escuchar.